GOTA 8: DÍA MUNDIAL DE LA PAZ. HOMENAJE A LA MUJER ÁRBOL

Con esta entrada queremos celebrar el Día Mundial de la Paz realizandole un homenaje a Wangari Maathai, la mujer árbol.
Esta mujer ya obtuvo el premio Nobel de la Paz en el 2004 pero esto no significa que no debamos recordar de nuevo las razones por la cuales lo consiguió ya que sigue siendo necesario actuar como ella lo hizo: 


Contemplando los problemas sociales, económicos y ambientales como un todo que se pueden solucionar en conjunto si todos nosotros aportamos nuestro granito de arena


1. En primer lugar para conocer mejor a esta dama veremos este primer vídeo de presentación y leeremos su biografía:






2. Ahora en este segundo vídeo Wangari nos explica mediante una fábula como ha sido su manera de actuar, veámoslo:










3. A continuación, para finalizar, leeremos y escenificaremos esta pequeña obra de teatro escrita por Itziar Pascual en recuerdo a Wangari Maathai




LA MUJER ÁRBOL

Dos instantes en el tiempo


PERSONAJES: WANGARI JOVEN Y WANGARI ANCIANA


En escena una mujer joven y negra. Está sentada en una silla. Se levanta. Mira con ojos felinos. Es observada por una anciana sorprendentemente joven, que se le parece en los rasgos y en el alma. La anciana, a su vez, realiza una entrevista.

WANGARI JOVEN.- Que una mujer sea culta e independiente no debería ser motivo de divorcio señoría. Ni siquiera en Kenia.

WANGARI ANCIANA.- (Sonriendo) Fue la primera vez que fui a la cárcel. (Pausa) Y no fue la última.

WANGARI JOVEN.- (Indignada) “Cabezota, triunfadora, con mucho nivel educativo, demasiado fuerte y muy difícil de controlar”. ¿Sabe, señoría? Tiene razón. Yo soy así… (…) En Inglaterra o en Noruega sería un halago. En Kenia es un insulto.

WANGARI ANCIANA.- (Sonriendo) He tenido problemas con la policía y los jueces. Me han detenido… Alguna vez con malas maneras, claro. Pero siempre con poco tiempo. Son los obstáculos que aparecen en el camino…

WANGARI JOVEN.- Soy bióloga, y sí, he sido una de las primeras mujeres africanas en conseguir un doctorado. ¿Eso es un delito? ¿Es delito querer ser y saber?

WANGARI ANCIANA.- (Sonriendo) Nací en Nyeri, a unos 150 kilómetros de Nairobi, ante el monte Kenia. De niña me acercaba cada día a un riachuelo. Me sentaba en las rocas a ver pasar el agua y ponía los dedos en la corriente. (Seria.) Un día el riachuelo se secó. Esa ausencia me ha acompañado toda mi vida. En cada trabajo, en cada lucha. La siento dentro de mí.

WANGARI JOVEN.- ¿Cree realmente que está haciendo justicia, señoría? ¿Cree que puedo aceptar una sentencia que me ignora como ser pensante, como persona, por el hecho de ser mujer e inteligente?

WANGARI ANCIANA.- Para la gente de Nyeri el monte Kenia es su montaña, Dios vive allí. Cuando yo lo miro, siento que él me dice: mis árboles están siendo cortados, mi nieve se derrite, mis ríos se vacían, no tengo nada que ofrecer. ¿No puedes hacer algo?

WANGARI JOVEN.- ¿No puede hacer algo? (Pausa.) Sí, señoría. Algo honesto.

WANGARI ANCIANA.- Yo no me consideraba una activista. Cuando era profesora de Anatomía en la Universidad no pensaba que mi vida iba a ser… Pero… Una cosa llevó a la otra. Y todas van juntas… (…) La lucha contra la pobreza, la dignidad de las mujeres, el respeto a los derechos humanos, el cuidado de nuestra tierra. Todos es uno y uno es todo.

WANGARI JOVEN.- Señoría, ¿cree usted en la justicia? Señoría solo caben dos opciones. O usted es un corrupto, como muchos, o es un incompetente. 

WANGARI ANCIANA.- (Sonriendo.) ¿Veinte millones de árboles, dice? ¿Veinte millones? Bueno… El Movimiento Cinturón Verde ha sido lo que es gracias a miles de mujeres en toda Kenia, plantando árboles, guardando semillas, gestionando viveros, cuidando nuestra tierra. Un movimiento muy grande, ¿verdad? (Pausa.) Sí, y ahora… el Premio Nobel… Todavía me estoy pellizcando para convencerme de que es verdad… ¡Y que soy yo!

WANGARI JOVEN.- ¡Suéltenme! ¡Suéltenme ahora mismo! ¡Desacato! ¡Desacato! ¡Es usted un inepto! ¡Esto no va a quedar así!

WANGARI ANCIANA.- En los años de reuniones con las mujeres del campo, ellas hicieron que entendiera que todo es uno. No tenían madera para encender fuego. Sin fuego no podían cocinar ni calentarse. ¡Plantemos árboles!, les dije. ¡Esto no va a quedar así! (Pausa.) Sí, la reforestación es tarea de los guardias forestales, pero ellos no actúan en vuestros campos, ni en los pequeños huertos… ¡Necesitamos lluvia, necesitamos calor, necesitamos madera! Y una cosa más importante: necesitamos confianza en nosotras mismas. Y un grupo de mujeres se puso a la tarea. Cada vez más mujeres. Cada vez más confiadas… (Pausa.)
Sería fácil pensar que las nubes son caprichosas, que el agua no nos llega porque las nubes se van. El monte Kenia me lo hizo saber. Ellas, las mujeres de los campos de Kenia, y el riachuelo que perdí de niña me han hecho ser la mujer que soy…

 (Un instante. WANGARI JOVEN y WANGARI ANCIANA se ponen en pie. Se miran. Nos miran.Oscuro.)


Juana María Madrid Marín


Esta entrada participo en el proyecto ARCE "De 0 a cien en un libro cabemos todas y todos" 

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